viernes, 19 de diciembre de 2014

Seis meses, hoy hacen seis meses desde aquel maldito 20 de Junio donde todo acabó. Donde todas las promesas echas, todos los besos y caricias, todas las tardes de risas y los ratos de amor robados al reloj terminaron y se rompieron. Donde el cuento de hadas más bonito que ella jamás vivió se rompió en mil pedazos al darse de bruces con la maldita realidad. 
Seis meses en los que fue una muerta en vida, en la que se hundió en la más absoluta oscuridad, en las que tuvo que enfrentarse a una nueva vida sin él a su lado en ese futuro que planearon juntos. Seis meses en los que tuvo que aprender a vivir de nuevo y a recordar sin que doliese.
Pero hoy cuando ella volvió a recuperar la sonrisa, cuando ha vuelto a creer de nuevo en el amor... hoy el pasado volvió de la forma más casual y cruel.
Ella pasea por las calles del centro, va junto a sus amigos; aquellos que llegaron cuando más sola se encontraba en esta nueva vida y que la ayudaron a volver a reír. Va riendo, pendiente de un juego junto a un buen amigo que la abraza mientras ella se queja de que le tira de la cola que lleva hecha y de repente... ocurre. Una simple mirada basta para que su mundo se tambalee de nuevo. Ahí está el, tal y como lo recuerda, aunque ya no se acordaba de lo alto que era pero si de su sonrisa; esa que tantas veces vio en su rostro cuando la miraba a ella, esa que tanto le encantaba y que ahora le dedica a otra. Junto a el está ella, la que ahora ocupa su corazón, la que ahora disfruta de sus besos, de sus caricias, de sus promesas... la que ahora disfruta de él. Ríen juntos, son felices y ella los mira mientras sigue andando y maldiciendo ese encuentro casual; sus amigos se han dado cuenta de lo que pasa y apresuran el paso y la agarran con fuerza para consolarla y contenerla para que no se gire y se vaya en su busca mientras intentan confortarla. 
Ella fuerza una sonrisa y les dice que todo está bien; ríe con ellos pero en verdad todo es fingimiento. No cuenta que cuando lo vio algo dentro de ella tembló, no dolía ya el corazón ni se había vuelto a romper pero si sintió como se sacudía algo dentro de ella y cómo los recuerdos que tanto evita volvían todos de golpe a su mente. 
Cuando llega a casa y se da cuenta que ya es día 20, recuerda aquel día donde murió y se rompió aquella historia en la que ella supo por primera vez que era el verdadero amor y no puede evitarlo, se derrumba y llora.
Llora por ella, por él, por que pudo ser y no fue, por los errores cometidos, por el tiempo perdido, por el pasado que había sido enterrado y hoy salió de nuevo a la superficie, por ver que él tiene un nuevo amor y una nueva ilusión mientras a ella le cuesta volver a abrir su corazón. 
Llora porque se siente idiota por llorar, porque sabe que el no piensa en ella nunca y ella raro es el día que no lo menciona, que no habla de su "ex", que no cuenta algo de ese pasado... y como no hacerlo si lo quiera o no para ella fue el periodo más feliz de su vida y eso siempre lo recordará.
Y llora porque siente rabia por sentirse así cuando está empezando a sentir por otra persona, no sabe qué siente exactamente, sólo sabe que puede desahogarse con ese chico, que le puede contar cualquier cosa, que confía mucho en el y que aunque le cueste reconocerlo le saca esa sonrisa tonta especial. Ella no le ha dicho aún nada, no se atreve; tiene demasiado miedo de que no sienta por ella lo mismo y volver a sufrir. Por ahora se conforma con ser solo su amiga pero sabe que hay algo más para ella pues mientras llora sólo desea hablar con el y le cuenta como se siente de veras, como le afectó ese encuentro casual y sólo desea y pide que él se de cuenta de que necesite que la consuele y reconforte... que ahora sólo el puede calmarla, sólo el puede calmar el temblor de su corazón pues es él quién inconscientemente se ha metido en su corazón y está empezando a sanarlo.

miércoles, 16 de julio de 2014

Ella llega a casa, suelta sus cosas y se dirije a prisa a su habitación. Pero no es capaz de llegar, en el pasillo ella se derrumba y deja salir el dolor.
Su cuerpo no aguanta mas, no puede contener la tormenta emocional que le sobreviene y llora... llora como hasta ahora nunca lo ha hecho; llora con el corazón y con el alma hecha pedazos; llora por ella, por él; porque al fin ha comprendido que esta todo perdido, que jamás volverá a estar entre sus brazos, que nunca más se repetirá la historia. Llora porque sabe que no va a cambiar nada, ni ella tampoco porque aunque lo haga no valdrá. Se odia a si misma con todas sus fuerzas por dejar que sus miedos y fantasmas pasados aparecieran y estropearan lo mejor que ha tenido.
Al final consigue llegar a su habitación y abre el cajón donde guarda la foto que ocultó, la coge, la mira mientras las lágrimas caen sobre el cristal y la abraza con todas sus fuerzas sobre su pecho mientras pide perdón y susurra su nombre como un mantra una y otra vez. De repente su móvil suena y ella sabe que es él hablándole, ajeno a lo que esta empezando a ocurrir; ella le responde y tira su móvil a la cama, no quiere que él sepa nada, no quiere que sospeche siquiera lo mas mínimo lo que esta apunto de ocurrir. Llora y clama al cielo, grita al dios ese al que ella dice que no cree el por qué de su sufrimiento y llora hasta que no puede mas. Sabe lo que tiene que hacer, coge un papel y escribe mientras emborrona letras con lagrimas pero no le importa, en el papel, una simple frase. Escucha el móvil pero ella se arma de valor para no contestar.
Se cambia y coge de nuevo la foto, la saca y rompe la parte en la que sale ella, dejando solo la de él; la dobla y la mete en su bolsillo junto a su colgante y algo de dinero, no necesita más nada.
Se limpia la cara, ya tomó la decisión. Se dirige al baño y se desnuda mientras llena su bañera y mientras piensa si no sera mejor eso... seria tan fácil....; se mira al espejo y de repente se ve como esta en realidad... sus ojos reflejan todo lo que siente, si fuesen sabido mirar, a lo mejor todo seria distinto. Se ducha rápido y se vuelve a vestir.
Sabe que va a romper promesas, sabe que es duro pero también sabe que no puede más, que no puede más; que no es llamar la atención, que es sólo lo mejor.
Se lo dice a sus padres, que estará bien, que no se preocupen y entonces coge su móvil y se despide, como siempre, pero esta vez no esa despedida es muy diferente.